El trabajo es una magnífica ocasión para desarrollar nuestra creatividad y para donar los talentos que cada uno posee, además de procurar el sustento económico.
Bogotá, una ciudad cosmopolita que alberga una gran cantidad de contrastes sociales, culturales y urbanísticos.
Cuando llega la noche y el sol se oculta, su resplandor permanece hasta el final como para indicarnos que él estará allí siempre, y aunque no lo veamos con los ojos físicos, en el alma quedó plasmada la luz de ese Sol de Oro que verá un nuevo amanecer.
El trabajo artesanal tiene un valor incalculable, fruto de la creatividad y la laboriosidad del hombre, que debe ser reconocido y valorado por todos.
Cada rostro representa un mundo por descubrir y para leer en sus ojos las emociones del instante.
La riqueza multicultural de la región Andina, plasmada en los rostros de las personas y en la gran variedad de los vestidos típicos y llenos de colorido.
Las frutas, un regalo de la naturaleza que contribuye a una alimentación sana, deleitándonos con su gran variedad de aromas, sabores y colores.
La vida es un milagro y un don maravilloso. En ciertos momentos debemos abstraernos de nuestro quehacer cotidiano para disfrutar pequeñas cosas que nos ayudan a tomar nuevo aire y redescubrir que la vida vale la pena vivirla. Todo, cada instante, cada situación, tiene algo que decirnos.
Es fascinante conocer el mundo animal, su hábitat, su comportamiento individual y social. Podemos aprender mucho de su actuar en equipo. La inmensa variedad de especies, de colores… todo para el bien del hombre que puede beneficiarse pero que debe proteger y conservar para el bien de las futuras generaciones.
Me quedé sin palabras contemplando la majestuosidad de las montañas del Machu Picchu y la labor titánica del hombre construyendo en esas empinadas cuestas.
La infinita belleza de la naturaleza deleita el espíritu. Debemos proteger este inmenso regalo que hemos recibido. La fotografía nos permite conocer tanto la belleza de su estado original como la denuncia de lo que el hombre ha degradado.
A cuatro horas de La Paz, viajando en un microbus, se llega al imponente lago Titicaca, a 4.000 metros sobre el nivel del mar.
